En tu relación de pareja son pareja son primordiales la comunicación y prudencia a la hora de escoger nombre para tu hijo.
Elegir el nombre de una persona es uno de los primeros actos de responsabilidad de parte de los papás, que exige equilibrio, sobriedad, sencillez, proyección y buen gusto, acorde con cada realidad.
El hecho de `nombrar´ a los hijos es, invariablemente, comenzar a trazar caminos en su vida, buenos o malos. Es sin lugar a dudas, el primer depósito de seguridad que entregamos como padres. El nombre que llevamos es una extensión de lo que somos y sentimos.
No podríamos decir que hay nombres bonitos o feos, convenientes o inconvenientes, porque en la vida todo es relativo. La percepción de lo bueno y lo malo varía de acuerdo con muchos factores: cultura, ubicación geográfica, creencias, estrato socioeconómico y época.
Estos mismos parámetros influyen en la escogencia de los nombres de los hijos. Algunos papás pueden inclinarse por continuar la `saga´ y bautizar a sus hijos con el mismo nombre que ha llevado la dinastía familiar; o estar acordes con el momento histórico y poner el nombre de moda; algunas veces ponen el nombre que a ellos les hubiera gustado llevar; otros, les dan el nombre más cercano a lo celestial, quizá sintiendo sinceramente que con ello se aproximan más y son más fieles con sus creencias; y así de muchas maneras, cimentadas en la estructura mental de cada quien, terminamos por poner el primer ladrillo de la personalidad de los niños.
Sea cual fuere la razón que te impulsa a escoger el nombre de tu hijo, lo verdaderamente importante es tener claro que ellos son otras personas, por lo tanto independientes, seres individuales y que sus vidas seguirán sendas diferentes a las nuestras, lo cual nos obliga a ser sensatos, equilibrados y consecuentes con su futuro.
Aunque siempre está latente la posibilidad de equivocarse, debes procurar ser lo más objetivo, serio y proyectado a la hora de escoger el nombre de tu hijo. Hay que acudir a la prudencia, que es una excelente carta de navegación frente a los hijos y funciona siempre, no sólo en el momento de decidir cómo se llamarán por toda su vida.
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