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Puedes sorprenderte de que tu hijo tenga comportamientos que no siempre te agradan y en los que pareciera desafiar las normas. Esto se debe a la creciente autonomía de los niños y no a que adrede se porten mal. En este aspecto conviene obrar con calma y buscar la forma de proteger a tu niño sin coartarle su exploración del mundo. Hay que dejarle jugar y no frustrar su deseo de conocer y experimentar. En pocas palabras, dejarle ser niño.
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