El movimiento natural de los muslos y pies del bebé juega un papel crucial en su desarrollo físico, especialmente en la formación adecuada de la cadera y el tono muscular de los pies. Sin embargo, ciertas prácticas comunes como inmovilizar las piernas o mantener los pies siempre calzados pueden interferir en este proceso natural, causando problemas como la displasia de cadera o pies planos. Te explicamos cómo permitir que la naturaleza siga su curso y fomentar un desarrollo físico saludable en tu hijo.
La cadera es el centro de la actividad física de una persona y su eje es la articulación coxofemoral, conformada por el acetábulo y la cabeza femoral. El primero es una excavación con forma y orientación de copa acostada, destinada a ser un albergue para el extremo superior del fémur (la cabeza femoral).
En una cadera normal, al nacimiento, la profundidad acetabular sólo permite que la mitad de la cabeza femoral quede bajo techo, pero a los seis meses, en una radiografía, ya podemos apreciar que la totalidad de la cabeza se halla dentro del acetábulo. Esto indica que la profundización acetabular, fuera del útero, se realiza a gran velocidad; minuto a minuto.
Para que la profundización ocurra se requiere que la cabeza entre en contacto y choque contra el fondo de la copa. Y para esto es preciso que los muslos del niño se hallen moderadamente abiertos y gocen de libertad de movimiento (posición fisiológica).
Pero existe la perniciosa costumbre de inmovilizar las piernas del niño, manteniéndolas juntas y extendidas. Al juntarse las rodillas, las cabezas deben desplazarse desde los fondos hacia los bordes de las copas. Al perder el contacto con los fondos, la profundización no se produce y en una cadera considerada normal al nacimiento, seis meses después habrá desproporción entre la capacidad de la copa y el volumen de la cabeza, lesión conocida como displasia del desarrollo de la cadera.
Los muslos de tu niño deben permanecer en posición fisiológica, profundizadora, cada minuto de las 24 horas: desnudo o vestido, dormido o despierto. Desnudo y sobre una superficie amplia, tu niño asume la posición fisiológica. Si lo carga una persona contra su pecho, cada pierna debe ir a un lado; si lo carga en la cintura, cada pierna irá a un flanco. Los coches deben tener la amplitud necesaria para que los miembros inferiores estén en adecuada posición.
Todos los niños con pies normales, al nacer, tienen las puntas desviadas hacia dentro o fuera y los pies planos, debido a que dentro del útero están estrechos y con relativa inmovilidad, por lo que músculos y tendones de pies y tobillos carecen de tono.
Para corregir esto, la naturaleza tiene un mecanismo corrector: el movimiento. Al estimular la piel de la planta, el pie se incurva y dirige la punta hacia delante, mientras el niño flexiona la pierna. Tu bebé desliza un pie contra el otro. Boca abajo, intenta empujar y trasladar su cuerpo hacia delante chocando la parte anterior de sus pies contra el colchón. Así se fortalece el tono de los miembros inferiores.
Medias y zapatos impiden estimular la planta, por lo que el pie debe permanecer desnudo. Esto evitará que tu niño, al caminar, tenga los pies planos o desviados, o las rodillas juntas, problemas que no se corrigen con botas y plantillas ortopédicas, pues exigen que el pie esté calzado. Para corregirlos, se requiere que tu niño, descalzo, camine en piso duro, césped o arena, y que monte en triciclo.
Tu niño debe mantenerse descalzo hasta que sus pies adquieran tono y mantengan el arco plantar interno aunque estén soportando el peso del cuerpo, lo que, generalmente, ocurre hacia los tres años. Entre tanto, sólo debe usar zapatos cuando esté caminando en sitios donde pueda haber cosas que le lastimen.
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