Hace un par de días gozaba de los pocos ratos de ocio que solemos tener las mamás de niños pequeños. Inmersa en el mundo de las redes sociales encontré una frase anónima que decía “Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil. Criar a un hijo, que no talen el árbol y que lean el libro es lo difícil”. Para muchos las tres primeras son fáciles pero para otros tantos no lo son.
No siempre es fácil tener un hijo. Una prima de mi esposo dice que lo único que se necesita para quedar embarazada es tener una falda colegiala y dieciséis años de edad. Afirmación verdadera si se tiene en cuenta que a esa edad el cuerpo de la mujer está 100% dispuesto para emprender la carrera hormonal que implica un embarazo. En mi caso, la falda de colegio la había dejado de usar hacía más de quince años y la noticia positiva llegó después de seis meses de dejar de planificar. ¿Fácil? Uno creería que si lo fue si se compara con otros ¿no? Conozco parejas que llevan más de dos años intentando importar la cigüeña de París y se lo que se siente ver pasar el calendario con ganas de ser tres.
Difícil fue mirar seis veces la prueba casera con el resultado negativo, salir del baño con los ojos enlagunados de desánimo y pretender que todo estaba bien. Lloré cuando dejó de serlo, y como lo cuento en mi libro “Las Dichas” del Embarazo, las lágrimas fueron de susto más que de alegría, pero días después mi alma lloró por primera vez cuando a la décima semana de gestación el doctor dijo que el corazón de la bebé había dejado de latir y que tenía que hacerme un legrado. ¿Fácil? No, es el dolor más grande que hasta el momento he sentido. Por primera vez oí la voz de mi alma, incontrolable los primeros segundos en los que intentaba taparme la boca para que nadie me oyera porque era imposible callar el lamento.
No siempre es fácil tener un hijo por lo tanto no compro las primeras palabras de la frase. Mi segundo embarazo llegó pocos meses después y para nada fácil fue ir dominada por la incertidumbre a los controles mensuales con un nudo en la garganta listo para desatarse de ser necesario y mirar con súplica al médico para que me dijera que todo iba bien. Difícil es tener un hijo cuando el segundero del reloj biológico ha dado millones de vueltas y los métodos para planificar han sido nuestros compañeros por largo tiempo. Difícil es lograr que un espermatozoide con el ADN completo (los hay con información genética incompleta), corone un óvulo sano. Como también es difícil para la mujer los cambios hormonales y el parto así digan que estamos diseñadas para este. Fácil no fue para muchas que conozco someterse a una cesárea y esperar semanas para que las capas de la piel sellaran o en otros casos como el mío, darle autorización al médico para que sacara la placenta con la mano porque no salió.
No es fácil tener un hijo querido autor desconocido. Varias mujeres bombardearían su publicación si usted supiera que han gastado mucho dinero en tratamientos médicos sin obtener el resultado deseado aún, algunas le contarían que perdieron más de un bebé y cuando la esperanza se había quedado en la última entrada al quirófano por razones inexplicables “un milagro de amor” llegó a sus vidas, desde las entrañas o desde una casa de adopción (proceso difícil también). Otras le dirían que perdieron hasta el matrimonio porque si hablamos del desgaste emocional cuando las noticias son diferentes a las soñadas… me quedaría escribiendo un rato más largo porque tampoco es fácil mantener la cordura cuando la locura empieza a tocar la puerta con el tiempo.
Fácil es esparcir semillas en una tierra abonada, que nazca la plántula y se convierta en árbol es otro proceso. Fácil quizá es escribir el libro si se tiene el talento, y si no, benditos sean los editores que hacen bien su trabajo. Difícil es publicarlo si no se tiene el dinero para hacerlo por cuenta propia y más difícil es venderlo, en eso estamos de acuerdo, si todos los que lo compraran lo leyeran y viceversa sería más fácil tener éxito. Difícil también que no talen el árbol en algunos casos y difícilmente es fácil criar un hijo así haya sido fácil o no tenerlo.