Las redes sociales nos conectan, nos permiten compartir nuestros momentos mas importantes. Pero también nos hacen un blanco fácil para las críticas, para los cuestionamientos.
Nos vemos enfrentadas a una imagen de «mamá» que no se asemeja a nuestra realidad. Sus horas de gimnasio, almuerzos con amigas (sin bebés), todos los juguetes que puedas imaginar y viajes por el mundo no nos representan. Y nos cuestionamos que está mal con nuestras vidas, con nuestra maternidad. Nos preguntamos si lo hacemos bien, aún sin tener el juguete de moda, mientras, en pijama, intentas ordenar un poco la casa, aunque sabes que ese orden no durará mas allá del medio día. «¿Que estoy haciendo mal?» Te preguntas en la ducha, mientras tu bebé duerme o te acompaña en el baño, porque ya no tienes momentos de privacidad, no puedes ponerte las mil mascarillas ni cremas que aquella mamá mostró hoy en Instagram, mientras se daba un baño de tina relajante. Cuan lejos está eso de tu realidad.
Lo intentas, realmente intentas tener esa vida, te planificas para hacer al menos el 40% de lo que viste en redes sociales, pero tu hijo llora y nadie te ayuda, tienes que elegir entre ducharte o cocinar, y cuando tienes un tiempo para ti, te atacan con imágenes tan irreales, y te cuestionas otra vez.
Pero mira frente tuyo, ve la vida que tienes ahí, ve esos ojos atentos y brillantes que te siguen donde sea que vayas. Mira esa sonrisa, tan real y solo para ti. Siente ese abrazo, lleno de todo el amor del mundo. Y ahora preguntante si cambiarias todo eso por lo que ves en redes sociales.
Sabes, en el fondo de tu corazón, que a pesar de todo, tu felicidad en este segundo es inmensa, y sobrepasa cualquier estereotipo. Porque las redes sociales no muestran la realidad, porque tú eres tu realidad y no podrías ser mas feliz.