La llegada de un hijo trae consigo muchas emociones, pero también desafíos inesperados. Cuando nuestro hijo mayor, Joaquín, comenzó a mostrar signos que no entendíamos, nos vimos inmersos en un mar de dudas y temores. Este artículo narra nuestra experiencia enfrentando la posibilidad de un diagnóstico de autismo y lo que aprendimos en el camino.
Un poco antes de que mi hijo mayor (Joaquín) cumpliera dos años, a mi hogar llego el miedo, la confusión, el dolor y un revuelto de sentimientos que no podíamos explicar. Sentíamos que la vida se nos derrumbaba de a poquitos. Y es que habíamos escuchado la palabra autismo pero no teníamos claro nada acerca de esto.
Pocos días después del nacimiento de nuestro hijo menor, Joaquín dejo de hablar, se aisló y podemos decir que tomo por mejores amigos al celular y la tableta. Nosotros que no le veíamos el problema a que jugará con tecnología no tuvimos reparo en prestársela. Y es que no era fácil repartir el tiempo entre lactancia, la casa y todo este proceso difícil de adaptarse a un nuevo hermanito. La primiparada de mamá se empezaba a notar. Dada mi ignorancia, decidí que lo mejor era que Joaquín entrara al jardín. Primer error grave en este proceso. Pues mi pequeño no estaba preparado para dos golpes tan duros….
Notando que cada vez el niño hablaba menos, le comente al pediatra de cabecera quien nos remitió al neurólogo. La neuróloga que visitamos por primera vez, tan solo le bastaron diez minutos para soltar el bombazo: Su niño tiene muchos rasgos autistas. Nosotros un poco confundidos y afanados, pues lo que sabíamos del autismo era casi nulo, pero lo primero que leímos en internet fue que el autismo es una enfermedad o discapacidad sin cura.
Después de mil lagrimas, muchos documentales, y demasiados especialistas me di cuenta, o mejor dicho aprendí que el autismo es una condición. Existen muchísimos niveles del espectro autista y los niños que cuentan con esta condición son unos niños realmente amorosos y sensibles. En condiciones de amor y paciencia pueden desarrollarse totalmente. Note que la primera neuróloga fue muy irresponsable con sus palabras, esto requiere más de una visita y en una primera evaluación, diez minutos de consulta no son suficientes para confirmar autismo. Además porque el niño estaba muy pequeño para dar un diagnóstico así. (2 años)
Y ENTONCES, ¿QUE HICIMOS?
Después de un tiempo hemos visitado diferentes especialistas, hemos concluido que no es fácil diagnosticar TEA y que los niños deben empezar un seguimiento desde pequeños, pero el diagnostico final se puede dar entre los 5 y 7 años pues hasta tal edad el niño puede estar en capacidad de tener desarrollo cerebral. Actualmente se han aumentado las cifras de malos diagnósticos, ya que tan pequeños hay múltiples rasgos que se prestan para confundir. A Joaquín la neuropsicóloga le realizó unas pruebas para niños preescolares, que como ella dijo no son más que una guía para saber en qué punto está. Dichas pruebas resultaron con una baja probabilidad de autismo y un diagnóstico inicial que fue de disfasia del lenguaje. Situación que con adecuada terapia cada vez esta más superada.
Está experiencia me dejo una gran sensibilización hacia el autismo, me enseñó a comprender y respetar a todas las familias que tienen personas en esta condición. Me enseñó que no es una discapacidad, que es una forma distinta de ver el mundo. Y sobre todo que tengamos o no niños con esta condición debemos apoyar la lucha para que los gobiernos mejoren las condiciones y necesidades de estas personas.
Según la OMS 1 de cada 160 niños tiene TEA (trastorno del espectro autista). Según estudios epidemiológicos en los últimos 50 años esto ha aumentado considerablemente. No es un caso aislado, nuestros hijos pueden tener compañeros en esta situación, parte de nosotros como padres enseñar a nuestros hijos siempre a ayudar, a tolerar y a compartir con sus compañeritos a perdonar si tienen fallas y sobre todo a no rechazar a los niños en esta condición.
Lo más importante en caso de tener dudas o alguna dificultad en el desarrollo es visitar al especialista y empezar las terapias necesarias, tener un seguimiento y a nuestros hijos.
Instagram: @mamavirtual