Los datos sobre violencia contra la niñez y la adolescencia dan cuenta de la alarmante vulneración de los derechos de niños, niñas y adolescentes consagrados en la Convención sobre los derechos del niño, la Constitución Política de Colombia y el Código de Infancia y Adolescencia. Estos derechos se refieren a cuatro áreas: existencia, desarrollo, protección y participación.
La vulneración de derechos mencionada se traduce en maltrato en todas sus formas, incluido el abuso sexual; desplazamiento; trabajo infantil; asesinato…, desde el vientre materno hasta cumplir dieciocho años, que es la edad en la que terminan la niñez y la adolescencia.
Todas estas vulneraciones, en las cuales nuestro país está a la cabeza de casi todos los países del mundo, muestran que en Colombia es altamente peligroso tener menos de dieciocho años y expresan que para los adultos colombianos los niños, niñas y adolescentes no son titulares activos de derechos, por lo cual pueden ser sometidos a la pérdida de su dignidad.
Los datos de las vulneraciones mencionadas suelen generar en quien los conoce toda clase de emociones y sentimientos: indignación, rabia, angustia, miedo, desesperanza, paralización…, con una explicación simplista, cual es que somos una sociedad enferma, ante lo cual a lo sumo respiramos hondo con aire de impotencia.
Cuando se señala a la sociedad enferma como responsable se diluye la responsabilidad de los perpetradores de la vulneración, que a la luz de conocimientos científicos modernos tienen un común denominador: son portadores de déficit de empatía, esto es no son capaces de sentir compasión por el otro y lo pueden dañar con facilidad, lo que se ve reforzado con garantía, según estadísticas, de impunidad en muchísimos casos.
Una perspectiva de análisis es entender todas las vulneraciones de derechos de niños, niñas y adolescentes como una protuberante falla de la protección a la que estamos obligados legal y moralmente en forma corresponsable como Estado, sociedad y familia.
Entendido así, la propuesta de solución no pasa solo por el endurecimiento de penas y el placer morboso de ver a los responsables pudriéndose en las cárceles, pues por esta vía solo se complace a políticos populistas que solo ven oportunidades en aparecer como salvadores.
Como pediatras sociales agrupados en el Grupo Colombiano de Pediatría Social ponemos a consideración de la ciudadanía colombiana, como parte de un proyecto de país, el objetivo de la protección integral de niños, niñas y adolescentes y de sus familias en los tres escenarios de su vida, la familia, la escuela y la sociedad, de tal modo que todos los adultos cumplamos la obligación de satisfacer sus necesidades y garantizar sus derechos, todo en aras de la inaplazable y necesaria lucha por la dignificación de la niñez y la adolescencia como partes del colectivo social.
Ernesto Durán Strauch Álvaro Posada Díaz
Líder ad hoc Secretario ad hoc
Grupo Colombiano de Pediatría Social Grupo Colombiano de Pediatría Social